Las decisiones que tomes acerca de pagar tus deudas o ahorrar, van a determinar en gran medida tu situación económica futura. De ahí que cuando se trata de decidir a qué propósito se asignan los ingresos, esta es una duda que surge con frecuencia.
¿Pagar las deudas primero? ¿Ahorrar para liquidarlas más tarde? ¿Una combinación de ambas?
Por más que queramos ayudarte en tomar la decisión adecuada, no hay una respuesta válida para todo el mundo.
Lo que necesitas es entender los factores en juego, hacer tus números y decidir.
Por ejemplo, una persona que trabaja para el estado como funcionario público no tiene la inseguridad de poder perder su empleo, de manera que podrá dedicar la parte sobrante de sus ingresos a ir liquidando sus deudas sin el temor de que pueda ocurrir alguna circunstancia que desemboque en su despido.
También hay que considerar si ya tienes o no un fondo de reserva que te permita afrontar imprevistos.
Cuando no se dispone de tal, dedicar al menos una parte al ahorro es fundamental. Las situaciones inesperadas pueden desembocar en una necesidad de liquidez, y si se ha destinado todo al pago de deudas sin haber ahorrado nada para este propósito, tocará volver a endeudarse, ya sea con créditos o con tarjetas.
¿Resultado? Todo el esfuerzo anterior habrá sido en balde y tocará volver a empezar.
Por supuesto hay muchos más elementos que valorar: ¿Cuentas con un plan de jubilación que te permite ahorrar impuestos? ¿Cual es la tasa de interés de las deudas que has contraído? ¿Tu trabajo te da la posibilidad de obtener ingresos extra?
Con todo esto en mente, vamos a analizar las tres posibilidades.
Esta puede ser la decisión acertada si, como hemos dicho, no hay una perspectiva de futuro incierto y se cuenta con un empleo fijo para toda la vida.
Teniendo en cuenta que por lo general la tasa de interés de las deudas son siempre superiores al interés que un banco va a darte por mantener tu dinero en depósito, desde el punto de vista lógico, esta decisión tiene todo el sentido.
En el caso de contar con distintos tipos de deudas, lo más inteligente es centrarse en pagar aquellas que tienen intereses más altos, dejando las menos costosas para más adelante.
En cualquier caso, dedicar la totalidad del excedente al pago de deudas no deja de ser una decisión de alto riesgo.
Perder el empleo no es la única circunstancia imprevista que puede afectar tu economía. Una enfermedad o un accidente que no esté cubierto por tu seguro pueden ocasionar un importante perjuicio a tu economía, y si esto sucede, tocará endeudarse de nuevo para hacer frente a los gastos.
No hay que olvidar que a la hora de tomar una decisión u otra no solo hay que fijarse en las matemáticas. Necesitas sentirte cómodo y seguro con la opción elegida.
Por eso mucha gente cree que ahorrar es la decisión correcta, ya que el ahorro te proporciona una sensación de seguridad que hace tu vida más agradable.
Ahorrar puede ser la mejor opción si el interés de las deudas no es muy elevado y si la cantidad que se debe puede cubrirse en unos meses o como máximo 1-2 años.
En caso contrario puedes encontrarte ahorrando durante años y nunca tener suficiente para saldar tu deuda, ya que a los intereses deberás sumar penalizaciones por mora y otros cargos que se producen cuando la deuda deja de pagarse.
Por lo tanto, necesitas hacer números acerca de a qué ritmo crecerá tu deuda y cuanto dinero tienes que ahorrar cada mes para poder saldarla en un periodo de tiempo razonable.
Por lo general, la opción más equilibrada será la mejor en una mayoría de casos.
Por eso, a no ser que tras analizar tu situación y hacer cálculos tengas claro que vas a decantarte por una de las dos opciones anteriores, una buena manera de minimizar riesgos es dedicar tu excedente a ambas cosas.
Cuando destinas tu dinero al pago de deudas y a la vez guardas un poco para estar cubierto ante cualquier posible contingencia, vas a ir disminuyendo el monto de la cantidad adeudada y a la vez conseguirás cierta tranquilidad al saber que cuentas con un fondo de reserva.
Tardarás más en liquidar ese préstamo o tarjeta que si emplearas todo tu dinero disponible, pero el proceso no será tan estresante, ya que no tendrás que rte cada noche a la cama con el temor de que algún acontecimiento imprevisto pueda trastocar tus planes y tengas que empezar de nuevo.
La clave está en qué porcentaje le dedicas a cada cosa. Si la deuda es importante o con intereses altos, necesitas reducirla con la mayor rapidez, por lo que una estrategia adecuada sería dedicar el 90% del dinero disponible al pago de esta y el 10% restante a ahorrar.
Si no es el caso, un enfoque más equilibrado puede que te haga sentir más confortable. Dado que la deuda siempre va a tener mayores intereses que el ahorro, deberás seguir destinando la mayoría del dinero a esta partida, pero al no tratarse de una situación tan preocupante, puedes ahorrar más si eso te hace sentir más relajado.
Una proporción 80-20 o 70-30 dedicada a deudas y ahorro puede ser perfecta en estos casos.
Al final, cuando hablamos de deuda y ahorro, hablamos de economía. Números. Ingresos y gastos.
Y aunque pagar deudas o ahorrar van a ser procesos largos, pueden acelerarse modificando algunas variables.
A la hora de destinar tu presupuesto a cualquiera de ambas cosas te basas en los ingresos que obtienes y los gastos que te resultan imprescindibles para vivir.
Sin embargo tanto unos como otros no son fijos. Cualquiera tiene la posibilidad de aumentar sus ingresos o reducir sus gastos, y con ello estará logrando disponer de más dinero que podrá destinar al ahorro o el pago de deudas.
¿Cómo hacerlo?
Hay distintas maneras, desde vender todo aquello a lo que no le das uso hasta buscar un empleo a tiempo parcial que complemente tus ingresos u crear tu pequeño negocio.
No necesitas que te proporcione unos grandes ingresos, basta con que sea un extra que te ayude a que el propósito que buscas (ahorro o pago de deudas) se cumpla con mayor rapidez.
En lo relativo a los gastos, aunque creas que no hay de donde recortar, siempre hay posibilidad de hacer ajustes:
- Ir de vacaciones 15 días en lugar de 1 mes
- Dejar aparcado el coche y moverte en transporte público o bicicleta
- Eliminar gastos superfluos como el café o el tabaco
Evidentemente esto te supondrá un pequeño sacrificio, pero nada que no puedas sobrellevar. Y la suma de estas pequeñas acciones puede marcar una gran diferencia en el medio plazo: solo con que recortes tus gastos en un 10% alcanzarás tu objetivo mucho más rápidamente.